René Metge fue uno de los pioneros del Rally Dakar y su huella sigue resonando en la caravana de la mítica prueba. La comunidad ambulante que es el vivac XXL instalado en pleno corazón del desierto saudí, en Al-Ula, se enteró en plena preparación de la 46ª edición del rally, que arranca este viernes, de la muerte de quien fuera uno de sus primeros iconos y apasionado defensor de sus orígenes. El expiloto, fallecido a los 82 años, ganó tres ediciones de la competición en los años 80 a los mandos de un Land Rover (1981) y un Porsche (1984 y 1986), y una replica de este vehículo presidía la ceremonia de presentación para los competidores.
El clásico 959 que usaron Metge y Jacky Ickx, segundo en la edición del 86, lució en primer plano mientras la organización mostraba un vídeo en recuerdo del icono del automovilismo francés. A día de hoy, solo tres pilotos -Stephane Peterhansel, Nasser Al-Attiyah y Ari Vatanen- han ganado más veces la prueba sobre cuatro ruedas. “Desafortunadamente, hemos recibido muy malas noticias desde Francia. René era un apasionado aventurero, ganó con este mismo coche el Dakar, también con Land Rover antes. Luego fue nuestro director y se hizo célebre como el hombre del París-Pekín. Hoy queremos rendirle homenaje”, comentaba David Castera, actual director del rally. Le escuchaban en primera fila Juan Morera y Lidia Ruba, el matrimonio español que ganó la pasada edición del Dakar Classic y firman la preciosa réplica, construida pieza a pieza con mucho mimo a partir de la base de un 954. “Justo ayer llamó la hija a la organización al ver el coche, emocionada, y hoy nos han pedido acercarlo al podio tras conocerse la noticia”, explicaba a EL PAÍS la copiloto del MomaBikes Raid Team.
Inmediatamente después de su último alirón, Metge se convirtió en el segundo director del París-Dakar tras la trágica muerte de Thierry Sabine, su creador y organizador, en un accidente de helicóptero durante la octava edición de la mítica prueba. “Esto no puede desaparecer porque es algo único, más que una carrera”, decía tras vencer en 1986 en medio de la incertidumbre provocada por ese inesperado contratiempo. Inquieto y aventurero, como siempre fueron y siguen siendo los auténticos locos dakarianos, duró dos años al mando de la prueba hasta que se lanzó a organizar sus propios rallies alrededor del mundo mientras probaba suerte en las 24 horas de Le Mans. Primero montó uno con motos de nieve en el Quebec, y luego volvió a los vehículos de calle con varias pruebas que conectaron París con Pekín a través de Moscú y San Petersburgo. Su última gran contribución al mundo del rally-raid fue la creación, junto a otras viejas glorias como Hubert Auriol y Jean-Louis Schlesser, de la Africa Eco Race, en plena disputa estos días.
“Me encantan los paisajes, pero sobre todo sus habitantes”, rememoraba el expiloto sobre su pasión especial por África en una de sus últimas entrevistas, con la revista francesa especializada AutoHebdo. “Cada vez que vuelvo al continente, encuentro un lugar nuevo. Siempre tengo la impresión que es mi primera vez”. Enchufado al mundo de las carreras hasta su último aliento, Metge pidió como último deseo no ser enterrado hasta la finalización de la Eco Race, un retorno a los tiempos de Sabine que termina en Dakar el 14 de enero y rehúye los alardes mediáticos de su hermana mayor. “El Dakar es una carrera difícil en lo técnico, pero también en lo humano. De hecho, es una escuela de la vida que te enfrenta a la humildad”, concluía sobre la prueba que le marcó hasta el fin de sus días.
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