La despedida de Busquets como jugador del Barça estuvo oficiada de manera muy amena por Dani Martínez. El presentador, tan ágil como gracioso, se atrevió a dialogar con Dembélé, el tímido delantero que “no sabe hablar”, según le dijo Messi a Mateu Lahoz cuando el árbitro expulsó al francés por haberle dicho que “era muy malo” en un partido con el Sevilla. Dani Martínez quiso convencer repetidamente a Dembélé para que se postulara como capitán del Barça. El jugador se reía cada vez que era requerido, negaba con la mano y repitió “no” ante las carcajadas del público del Camp Nou.
La actitud de Dembélé, considerado por Xavi como uno de los mejores del mundo en su puesto y ahora pretendido por el PSG si se desprende de Mbappé, contrasta con la de Araujo. El uruguayo fue preguntado nada más empezar la gira por América: “¿Ser capitán? Yo voy a ser un líder con o sin cinta en el brazo”, respondió antes de ser elegido por la plantilla junto con De Jong, Ter Stegen y Sergi Roberto. Aunque el brazalete lo portó el portero, el central respondió como tercer capitán nada más estrenar el cargo en el partido contra el Arsenal.
Araujo, de 24 años, recibió una tarjeta amarilla, se jugó la expulsión en una entrada a Gabriel Jesús y tumbó a Havertz. Jugó como un caudillo, abrasivo fuera del área y contundente dentro, aunque cometió un penalti por manos que falló Saka. El charrúa respondió sin miramientos al juego intimidador de los gunners de Arteta. La contundencia de Araujo, sin embargo, no tuvo continuidad en su equipo, muy pusilánime y disminuido físicamente, vulnerable en Los Ángeles. A pesar de que no fue precisamente la mejor actuación del central de 24 años, sobre todo por su precipitación, sostuvo a su equipo, marcó la raya al rival y mantuvo su ascendente sobre la afición del Barça. El puesto de central siempre fue muy escrutado en un Camp Nou que todavía recuerda a Migueli y no se olvida de Puyol. Araujo no teme a ningún reto ni desafío desde que se ganó el aprecio de la crítica con sus marcas a Vinicius. La condición de tercer capitán ha estimulado todavía más a un jugador sobre el que había muchas sospechas en el Barça. No se discutía su fuerza sino su poca destreza con la pelota y no se le veía futuro en el equipo de Xavi. El uruguayo, sin embargo, no paró de practicar y aprender hasta alcanzar primero la titularidad y ahora el rango de capitán, santo y seña hoy del Barcelona. Nadie se atreve ya a tocar al líder Araujo.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites