Los recelos de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, sobre el uso de las criptomonedas vienen de lejos. Ya en su etapa al frente del FMI las comparaba con los tulipanes holandeses y la burbuja de las puntocom. Y durante el tiempo que lleva en Fráncfort no ha cambiado de postura en ningún momento. “Dinero falso”, lo llamó. Lo que hasta ahora se desconocía es que tenía al enemigo en casa. Según informa la agencia Reuters, en una charla con estudiantes en la ciudad alemana ha desvelado que uno de sus hijos decidió dedicar parte de su dinero a especular comprando criptomonedas, a pesar de la insistencia con la que su madre le advirtió de los riesgos. “Me ignoró por completo, lo cual es su derecho”, afirmó. “Y perdió casi todo lo que había invertido”, aseguró.
La francesa no ha concretado cuál de sus dos hijos (ambos en la treintena) fue el que cayó en la tentación de ampliar su cuenta corriente con las divisas digitales, ni cuál fue la criptomoneda elegida (bitcoin y ethereum son las más populares). Tampoco ha puesto números a la cantidad invertida, y se limitó a señalar que no era una cifra muy elevada. Sí explicó, en cambio, que el porcentaje de pérdidas fue de alrededor del 60%. Es decir, en caso de que hubiera invertido 10.000 euros, habría perdido 6.000. Finalmente, su vástago dio su brazo a torcer en la discusión doméstica con su progenitora. “Cuando volví a hablar con él sobre el tema, aceptó de mala gana que yo tenía razón”, añadió Lagarde.
En lo que va de año, el bitcoin ha subido en torno al 127%, y la segunda mayor en importancia, ethereum, se ha revalorizado un 83%, por lo que las operaciones del hijo de Lagarde debieron producirse o bien en 2022, cuando el bitcoin perdió precisamente en torno al 60% de su valor, o en 2018, otro año horrible para sector, cuando se desplomó alrededor de un 80%. También es posible que la inversión se produjera en otras monedas más pequeñas, y por tanto más volátiles, al ser más sencillo mover su cotización sin necesidad de grandes inversiones.
En su intervención, Lagarde, tal vez con intención de disuadir a aquellos que estén pensando en usar parte de sus ahorros para comprar criptomonedas en un futuro, expresó sin tapujos su posición, ya conocida, sobre este tipo de activos, muy populares entre una franja de la juventud. “Como pueden ver, tengo una opinión muy baja sobre las criptomonedas”, dijo. “La gente es libre de invertir su dinero donde quiera, es libre de especular tanto como quiera, pero la gente no debería ser libre de participar en operaciones y negocios penalmente sancionados”, señaló en referencia al uso que hacen las criptomonedas delincuentes y terroristas, por ser más sencillo de blanquear y hacerlo llegar a bandas organizadas que el dinero tradicional, al esquivar el canal bancario, permitiendo así financiar a criminales.
Los defensores de las criptomonedas, en cambio, estiman que instituciones como el Banco Central Europeo son contrarios a la extensión de este tipo de divisas porque perderían el monopolio de la emisión de dinero. El BCE, de hecho, prepara su propia versión del dinero electrónico, un euro digital que serviría para plantar cara a las criptomonedas, consideradas como una amenaza a su soberanía. En octubre cerró una primera fase de investigación, que ha durado dos años, y debe pasar dos etapas más que prolongarán los preparativos hasta al menos 2026.
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