Ganó el Madrid en Bilbao como quien no quiere la cosa. Dos goles en la primera parte, en los minutos tontos del Athletic, o esos en los que el equipo madridista aceleró un poco, que no se sabe que puede ser más importante, fueron suficientes como para comenzar la Liga sin mácula para los de Ancelotti, que se pusieron con ventaja y durmieron el partido sin dar opciones al rival.
La de San Mamés era una noche ideal para ver fútbol, y para jugarlo. En Bilbao la canícula no es regla, sino excepción, y con el Real, además, llegó el sirimiri que suavizó todavía más la temperatura. No había excusas ni para las pausas de hidratación, ni para un mal partido, pero acabó siendo un ejercicio funcionarial para el Madrid, otro día en la oficina; uno de tantos encuentros que juegan los de Ancelotti a título de inventario. Unos cuantos minutos de intensidad, no demasiados que el equipo está en rodaje, dos chispazos o tres de calidad y a otra cosa, que restan 37 jornadas. Quien quisiera calibrar las posibilidades de Lunin para evitar la llegada de otro portero, se quedó con las ganas. Comparar el medio campo con el de antaño, sin Modric y Kroos de inicio, también resultó un ejercicio fútil. No había causa probable que analizar, porque el Athletic solo contestó cuando lo tenía todo en contra, y además, las respuestas no fueron demasiado convincentes. Ni siquiera tuvo que aparecer Vinicius para resolver problemas en ataque. Apenas se mostró, no hizo falta. Cuando Ancelotti decidió darle descanso, mediada la segunda mitad, su sustitución pasó desapercibida.
Te lo cuenta Jon Rivas. Puedes leer la crónica completa del partido en este enlace.